¡Buenos días! Estamos a miércoles, y como has ido viendo en nuestra web y nuestro facebook, es el día en el que compartimos contigo artículos de actualidad y de tu interés. En esta ocasión, nuestra compañera Cristina te habla de la flora vaginal, el uso de probióticos y la salud vaginal. Recuerda que si tienes cualquier inquietud o duda le puedes escribir para que te ayude y/u oriente.
Te dejamos con el nuevo post:
Sabemos que la flora vaginal sana es importante para la prevención de distintas patologías urogenitales.
Los mecanismos a partir de los cuales tiene lugar esta protección se relacionan con el ambiente ácido generado por la abundancia de bacterias productoras de ácido láctico, que impide la proliferación de especies menos dominantes, o la producción de sustancias con capacidad antibacteriana, las “bacteriocinas”, por parte de algunas especies de “lactobacilos”, que sirven de reguladores del crecimiento de gérmenes anaerobios y hongos.
El desplazamiento de las especies saprofitas mayoritarias (bacterias que no se desarrollan en el organismo vivo y que se alimentan de los desperdicios de alimentos generados por el propio organismo. En contraposición tenemos a las bacterias patógenas, que entran en el cuerpo y crecen dentro del organismo y que puede causar infecciones), con aumento de la predominancia de las especies minoritarias, o bien a causa de las especies patógenas, se considera una disbiosis vaginal y da lugar a distintas enfermedades, entre las que encontramos:
- Vaginosis bacteriana, cuyo agente causal más habitual es la “gardnerella vaginalis”
- Candidiasis
- Infecciones del tracto urinario inferior, causadas sobre todo por enterobacterias intestinales (el 85% causado por la bacteria E. Coli).
La disbiosis vaginal no se considera una enfermedad de transmisión sexual, aunque se asocia y favorece algunas de ellas. Aquí radica la importancia de un adecuado equilibrio de la composición bacteriana a nivel vaginal. Existen una serie de factores predisponentes, entre los que cabe destacar el uso de dispositivos intrauterinos, los espermicidas, el uso de antibióticos o los antineoplásicos.
La flora vaginal saprofita está compuesta mayoritariamente por cocos Gram positivos pertenecientes al género “lactobacilos” existiendo también anaerobios estrictos, aunque su abundancia es mucho menor.
Normalmente, el abordaje terapéutico de las vaginosis es el antibiótico, que tiene demostrada eficacia, pero se asocia con una alta tasa recidiva.
Este dato, junto con el hecho de que la flora vaginal presenta menos diversidad que la gastrointestinal, con una clara predominancia del género “lactobacilos”, sugiere que la opción más razonable para reparar el desequilibrio ecológico perdido es el uso de probióticos.
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